Como actor tuve la oportunidad en el 2008 de prestarle el cuerpo a Teodoro Paradiso en la puesta en escena de “El Hombrecito” de Pais y Torchelli, obra que representamos por algún tiempo en el Centro Cultural Tadrón. Es una experiencia muy particular el sentir en el propio cuerpo la presencia de un ser que habita en el reino de la fantasía como lo es un personaje literario y sentir que uno se va modificando a partir de los estímulos que el propio cuerpo percibe o recuerda. Sin duda los fantasmas literarios nos habitan y los vamos descubriendo a través de la acción en el escenario donde jugamos el hermoso juego del teatro. No siempre pasa, pero esta vez lo que había en mí de Teodoro Paradiso me estimuló a querer conocer a Carlos Pais. Fue muy simple, bastó un mail y un llamado telefónico para estar compartiendo un café en Argentores. Me recibió con calidez y amabilidad. Charlamos un rato largo acerca del rol del autor, del lugar que se le da al dramaturgo en el teatro de hoy y en particular de “El Hombrecito”. Entusiasmado le contaba cosas sobre mi personaje y él se reía y me hacía preguntas como si en ese instante estuviera re-descubriendo los propios chistes que había escrito años atrás junto a Torchelli o como quien rememora travesuras junto a un amigo de la infancia. Tuve la suerte de volverlo a ver en abril de este año en Zapala, Provincia del Neuquén en el marco del V Festival Nacional de Teatro de Humor y el Congreso Nacional de Dramaturgia al que concurrió junto a su compañera Elisa.
No puedo decir que lo he conocido (si esto fuera posible) pero su humildad, su amabilidad y su apoyo me permitieron jugar a ser Teodoro Paradiso y a cantar tangos en un escenario como si supiese.
Falleció Carlos Pais. Se fue una buena persona, de esas que en la vida y en el teatro siempre hacen falta.
No puedo decir que lo he conocido (si esto fuera posible) pero su humildad, su amabilidad y su apoyo me permitieron jugar a ser Teodoro Paradiso y a cantar tangos en un escenario como si supiese.
Falleció Carlos Pais. Se fue una buena persona, de esas que en la vida y en el teatro siempre hacen falta.
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