jueves, 27 de agosto de 2009

¡APAGÁ EL FUCKING CELULAR Y LLEVATE EL GATO A TU CASA!


En un teatro de Buenos Aires, de cuyo nombre no quiero acordarme, me tocó presenciar una situación que por increíble terminó siendo graciosa. Ya en la recepción fue interesante ver como la chica que atendía, mostrando una destreza particular, me entregaba las entradas sin mirarme con su mano izquierda mientras que con la derecha atendía el messenger en su computadora. Al dar sala, quien recibía las entradas le decía a cada espectador “no olvide apagar su celular”. Ya ubicado en mi butaca pude observar que un lienzo blanco cubría el escenario en toda su extensión y que en el fondo, un hermoso gato se paseaba tranquilamente. Pensé que no era la primera vez que veía un gato en escena. Cuando todo indicaba que la función iba a empezar y mientras advertía la teatralidad de la situación y me preguntaba acerca del método que habría empleado el animalito para conseguir tal relajación, vi como una señora que parecía ser la dueña del lugar, atravesaba el escenario pisoteando alegremente el lienzo de la escenografía, para retirar al felino que más que actor era un colado. Pero como si esto no fuera suficiente ya iniciada la función, a la señora, que para entonces estaba ubicada en la primera fila, le sonó el celular. ¿Qué hizo? Lo atendió, se levantó y se fue caminando tranquilamente hacia la salida.


-Querida, o cambiás de rubro o hacés un curso con la hija del conde Chikoff a ver si te enseña modales, no sólo para con el público sino también para con los artistas que entre otras cosas te dan de comer.

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