Nos invitan a ver...
Actúan: María Fiorentino - Rodolfo Roca - Luciano Correa - Ramiro Batista
Música original: Gerardo Gardelín
Escenografía y luces: Gonzalo Córdova
Vestuario: Cristina Villamor
Peluquería: Alejandro Granado
Realización de sillón: Majo Crivella
Foto y diseño gráfico: Renata Sanz Fuganti
Prensa: Duche-Zárate
Asistente de dirección: Ezequiel Sagasti
Producción ejecutiva: Javier Madou - Damián Zaga - Jonathan Zak
Música original: Gerardo Gardelín
Escenografía y luces: Gonzalo Córdova
Vestuario: Cristina Villamor
Peluquería: Alejandro Granado
Realización de sillón: Majo Crivella
Foto y diseño gráfico: Renata Sanz Fuganti
Prensa: Duche-Zárate
Asistente de dirección: Ezequiel Sagasti
Producción ejecutiva: Javier Madou - Damián Zaga - Jonathan Zak
Funciones: Viernes a las 21:30 y sábados a las 22:30
Desde el viernes 3 de julio en Ciudad Cultural Konex – Sarmiento 3131
SINOPSIS
La viuda de un presidente de la Nación se ha quedado sola. Encarga entonces a un médico higienista, el director del Depósito de Contraventores, la selección de un chico ario, el más apto de la lista de niños pobres amparados por su difunto marido (aquellos séptimos hijos que, en vez de lobizones, se vuelven ahijados presidenciales, metamorfosis no menos honorable). La madre biológica del niño elegido es una achuradora de frigorífico y se presenta a reclamarlo. Esconde un secreto y una sorpresa. También el Doctor tiene sus motivaciones ocultas para entregar el niño a la viuda, bajo la mirada cuestionadora de un joven asistente.
Desde el viernes 3 de julio en Ciudad Cultural Konex – Sarmiento 3131
SINOPSIS
La viuda de un presidente de la Nación se ha quedado sola. Encarga entonces a un médico higienista, el director del Depósito de Contraventores, la selección de un chico ario, el más apto de la lista de niños pobres amparados por su difunto marido (aquellos séptimos hijos que, en vez de lobizones, se vuelven ahijados presidenciales, metamorfosis no menos honorable). La madre biológica del niño elegido es una achuradora de frigorífico y se presenta a reclamarlo. Esconde un secreto y una sorpresa. También el Doctor tiene sus motivaciones ocultas para entregar el niño a la viuda, bajo la mirada cuestionadora de un joven asistente.
Cabo Verde es una metáfora delirante y teñida de humor negro sobre la exclusión social. Una clase magistral de racismo explicada con un plato de vainillas. Esta es la forma didáctica e imaginativa con que el higienista enseña al niño la selección natural. Y donde la Naturaleza no selecciona, el higienista limpia. O margina. En una isla, por ejemplo, como el archipiélago africano de Cabo Verde, con sus negros alegres y desnudos zambulléndose a buscar las monedas que viajeros como el higienista les arrojan desde los barcos, como maní a los monos.
Cabo Verde está interpretada por María Fiorentino, actriz que pone aquí todo su talento y vasta experiencia teatral tanto como su dominio del humor y el absurdo; por Rodolfo Roca, reconocido como un “peso pesado” del teatro independiente y quien ya trabajó con el autor en una anterior incursión. Se suman a ellos Luciano Correa, joven actor de formación teatral, y el debutante Ramiro Batista, seguramente iniciando un promisorio camino en las tablas. La obra está dirigida por el autor.
La música original es de Gerardo Gardelín, inquietante y lúdica, las luces y la escenografía del reconocido Gonzalo Córdova, el vestuario de la artista plástica Cristina Villamor y los peinados de Alejandro Granado. La producción es de Javier Madou, Damián Zaga y Jonathan Zak.
Cabo Verde está interpretada por María Fiorentino, actriz que pone aquí todo su talento y vasta experiencia teatral tanto como su dominio del humor y el absurdo; por Rodolfo Roca, reconocido como un “peso pesado” del teatro independiente y quien ya trabajó con el autor en una anterior incursión. Se suman a ellos Luciano Correa, joven actor de formación teatral, y el debutante Ramiro Batista, seguramente iniciando un promisorio camino en las tablas. La obra está dirigida por el autor.
La música original es de Gerardo Gardelín, inquietante y lúdica, las luces y la escenografía del reconocido Gonzalo Córdova, el vestuario de la artista plástica Cristina Villamor y los peinados de Alejandro Granado. La producción es de Javier Madou, Damián Zaga y Jonathan Zak.
Dice su autor y director sobre la obra
Empecé el colegio cuando se reiniciaba la democracia. El rector era un resabio no ya de la dictadura sino del “Antiguo Régimen”. Extraño para un colegio, un criminólogo como rector. Pero eso es lo que había sido el doctor Osvaldo Loudet, un nonagenario todavía en goce de dos buenos pulmones para gritarnos hasta ponerse rojo (mal que le pesara este color). Era el último de los higienistas, una rara mezcla de médico y policía que entendía la medicina como higiene social. Había que limpiar las calles de vagabundos, canillitas, prostitutas, travestis, morochaje. En su época los llevaban a un lugar que llamaban el “Depósito”: el paraíso de Loudet y de sus maestros, José Ingenieros y Francisco De Veyga. Mi rector, en un párrafo de uno de sus libros, lo recuerda con el entusiasmo de un poeta o un enamorado:
“¡Qué muestrario maravilloso de degenerados hereditarios y desadaptados sociales! ¡Qué espectro multicolor con todos los matices de la locura y el delito! ¡Qué tesoro psicológico de todas las anomalías y todas las perversiones!”
Este es el espacio en que ocurre la obra.
Gonzalo Demaría
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