lunes, 2 de noviembre de 2009

TRIBUTO A ULISES DUMONT

Ulises DumontA un año de su partida, artistas, familiares y amigos le rindieron homenaje al inmenso actor.

El Salón Dorado del Teatro Nacional Cervantes fue el marco de un merecido homenaje al gran actor argentino Ulises Dumont (1937-2008). En esa magnífica sala, el miércoles 28 de octubre, familiares, amigos, compañeros de trabajo y admiradores nos dimos cita para recordar a este querido y multipremiado actor que nos deleitara con su arte en innumerables películas y obras de teatro y televisión.
Importantes personalidades de la cultura se refirieron a este “duende del teatro” como lo calificara alguna vez China Zorrilla y compartieron historias y anécdotas con Enrique Dumont, hijo de Ulises y con el público asistente...
Se hicieron presentes entre otros, el realizador cinematográfico Eduardo Calcagno, el dramaturgo y actual Presidente de ARGENTORES Roberto (Tito) Cossa, el dramaturgo Carlos Gorostiza, el dramaturgo y director Mauricio Kartun, el actor y director Lito Cruz y el actor, director y actual subdirector del Teatro Cervantes Claudio Gallardou.
Cada uno aportó su punto de vista personal acerca de la personalidad y el talento de Ulises y de su extensa y destacada trayectoria y no faltaron las anécdotas para matizar el momento de recuerdo y emoción.
Gallardou, quien compartió en una oportunidad varios meses de trabajo con Ulises, resaltó la importancia que tenían para él los momentos de filmación y también los de descanso, haciendo referencia a los “fierritos” que Ulises llevaba en el baúl de su auto para preparar las comidas compartidas, lo que hablaba de lo importante que era para él la amistad.
Lito Cruz resaltó la intuición que poseía Ulises para imaginar al personaje e ingresar en la ficción instantes antes de la palabra “acción”, sin ningún tipo de trabajo previo y de forma totalmente espontánea, capacidad que a Lito como actor le resultaba casi mágica. Por otro lado, indicó que Ulises utilizaba mucho la ironía y se refería a él mismo como un “fracasado exitoso”. Dijo Lito: “Era una fiesta trabajar con él... Ulises para mí como actor, era un maestro... un día le dije: Ulises vos sos el mejor actor argentino, y él me respondió: No Lito, nosotros estamos entre los diez mil mejores actores argentinos”.
Roberto Cossa destacó que Ulises estrenó siete de sus trabajos (El avión negro, La Nona, Yepeto, Viejos Conocidos, Los Años Difíciles, No hay que llorar, El Tío Loco), era lo que se dice “un actor fetiche” y “era un placer tenerlo en mis obras”.
Eduardo Calcagno narró una anécdota muy graciosa de una noche en la que lo convencieron a Ulises para ir a un asado y él estaba en silla de ruedas. En un momento ellos entraron a saludar a un amigo y lo dejaron en el patio. Al rato se escuchó un grito: “Hijos de puta se olvidaron al paralítico y está lloviendo acá”, lo que despertó la risa de todos los asistentes. “Ulises era un tipo que se burlaba mucho de sí mismo... si alguien le dijese hoy: Ulises te van a hacer un homenaje, él diría: Qué notable, qué notable!”
Mauricio Kartun destacó la condición tan particular de creador y poeta que poseía Ulises. “En general la poesía carga una especie de condena que parecería encerrarla en la palabra exclusivamente y a veces en el papel pero la verdad es que cualquiera sea el soporte, en cualquier lado donde se generen imágenes, metáforas, música, melodía, siempre hay poesía. En la medida que haya signos y que esos signos puedan ser leídos y si además es buena poesía, bella, expresiva, significante. Yo nunca pude dejar de ver el cuerpo de Ulises como un cuerpo poético. Me parece que esa fue una de las grandes diferencias en relación a buena parte de los actores de su generación. Creo que nuestros actores están tan reconocidos como el actor del realismo, del naturalismo, esos actores que tienen la condición de manejar la verdad, la naturalidad y la emoción, que quedan encerrados en ese límite expresivo y no alcanzan algo que es superador de todo eso que es el “actor poeta”, el actor creador de significado con su propio cuerpo. Y cada vez que vi trabajar a Ulises lo que sentía era que el cuerpo era extraordinariamente más rico que aquel texto que él estaba diciendo, que él conseguía consolidar algo de tanta riqueza con su expresividad que a veces era enormemente más atractivo que el texto. Era uno de esos actores que bajabas el audio y lo entendías igual y a veces entendías mejor. Era uno de esos actores que no necesitaba otra cosa que esos pequeños gestos que él hacía y que salían de lugares insólitos y uno no terminaba de entender cual era la lógica de ese mecanismo de construcción que de pronto terminaban siendo enormemente expresivos.”
Viéndolo actuar a Ulises “sentí algo muy conmovedor, sentí que el lugar último donde se consolidaba la dramaturgia era en el cuerpo del actor. Que escribiese lo que escribiese había algo que nunca iba a lograr, que no había didascalias, acotación o entre paréntesis posible que pudiera dar cuenta de ese pequeño signo que había construido, que era tan rico que a mi me hacía pensar si no valía la pena ahora sacar texto. Si en realidad, ese pequeño gesto no era tan expresivo que podía reemplazar a una parte de lo que había escrito. Creo que tres o cuatro años después yo empecé a dirigir impulsado por lo que me produjo el ponerme a pensar en relación a la dramaturgia creada en el cuerpo del actor. No tengo menos que aprovechar este homenaje para hacerle los créditos a quien de alguna manera me descubrió todo lo que había en ese otro campo”
En referencia a que todo termina en el cuerpo del actor, Enrique Dumont señaló que Ulises “era un dotado para eso, para terminar de definir un personaje en él”. “Tuve la fortuna de tenerlo como padre”, añadió profundamente conmovido, “se me hace difícil hablar porque lo veo desde otro lado... Quiero agradecerle por haberme inculcado muchísimas cosas como el respeto y la pasión por lo que uno hace, el perseverar y el nunca abandonar los sueños digan lo que digan los demás, tratar de ser feliz haciendo lo que a uno le gusta, laburar para ganar el plato de comida y si es buena mejor. Esos mensajes, esas lecciones son las que quedan, muy simples pero profundas. Tuve la suerte de compartir con él mi primer protagónico y su última película, que paradójicamente se llama La Herencia”.
Carlos Gorostiza completó el momento de recuerdos contando una anécdota muy simpática referida al manejo particular del tiempo que tenía Ulises que lo hacía llegar tarde a los ensayos. “Cuando estábamos haciendo La Nona (1977 protagónico de Ulises en teatro con la dirección de Gorostiza) la cita era a las cuatro y Ulises llega cerca de las cinco y en el hall del Teatro La Salle me dice:
_No me digas nada, yo hice la cita con el sicoanalista a las tres para poder estar aquí a las cuatro y no pude pero no me preguntes por qué... ¿Te puedo decir algo más? ¿Cómo haces para llegar temprano?.
Las risas y los aplausos fueron la espontánea reacción de todos los que estábamos en el lugar. Luego se proyectaron algunas imágenes de sus películas y al final nuevamente los aplausos. La inmensa presencia de Ulises Dumont se respiraba en el aire del Salón Dorado del Cervantes y “el duende” se filtraba por los ojos húmedos de los presentes.
Su imagen y la de sus personajes se prolongarán a través del tiempo en la memoria de todos nosotros y en ese lugar privilegiado del corazón reservado a los verdaderos artistas.

Esta nota ha sido realizada por Carlos Folias para Leedor.com Sitio de Cultura y publicada el 01 de noviembre de 2009.

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