Fui a ver “LUISA” de Daniel Veronese en el teatro “El Gran Crespo”. La puesta en escena es simple (si esto es posible tratándose de signos). La iluminación y la escenografía son mínimas y sin grandes despliegues ayudan a caracterizar el espacio y el tiempo. Sólo una cama y algunos objetos. Tal vez, el texto dramático de Veronese como elemento estructurante de la puesta, sea el único de cierta complejidad toda vez que aporta las palabras que permiten construir un personaje que vive en un mundo de recuerdos y de incesante espera. Hasta acá, nada que llame especialmente la atención en relación a otras puestas. Creo que el elemento que hace la diferencia es la destacada actuación de Luciana Monasterio.
Los personajes literarios siempre necesitan de un cuerpo que les de vida para materializarse en la magia del teatro. Pero no es lo mismo uno que otro. Hace falta que el actor tenga ese plus que le permita dejarse influir por el texto y entregarse a las fantasías que el mismo le provoca. Creo que en este caso, Luisa encontró una especial forma de corporizarse. Luciana Monasterio se ha dejado llevar por el texto de Veronese, y lo ha transformado en emociones que el espectador recibe a través de sus movimientos, de su voz y de su gestualidad. Y aparece una Luisa que resulta enigmática y atrayente. La dirección de Vanina Montes sin duda, ha guiado eficazmente a la actriz en el camino de su propia creatividad.
El personaje sólo existe en la personalidad del actor. Luciana Monasterio le da “vida” a Luisa prestándole una valiosa parte de sus propias emociones, de su propia ternura y de sus propias esperanzas. El espectador agradecido.
Los personajes literarios siempre necesitan de un cuerpo que les de vida para materializarse en la magia del teatro. Pero no es lo mismo uno que otro. Hace falta que el actor tenga ese plus que le permita dejarse influir por el texto y entregarse a las fantasías que el mismo le provoca. Creo que en este caso, Luisa encontró una especial forma de corporizarse. Luciana Monasterio se ha dejado llevar por el texto de Veronese, y lo ha transformado en emociones que el espectador recibe a través de sus movimientos, de su voz y de su gestualidad. Y aparece una Luisa que resulta enigmática y atrayente. La dirección de Vanina Montes sin duda, ha guiado eficazmente a la actriz en el camino de su propia creatividad.
El personaje sólo existe en la personalidad del actor. Luciana Monasterio le da “vida” a Luisa prestándole una valiosa parte de sus propias emociones, de su propia ternura y de sus propias esperanzas. El espectador agradecido.
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Un análisis de la obra en "leedor"
Web: luisalaobra.blogspot.com
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