Desde sus comienzos, la performance es entendida como un arte que pone en crisis el espacio tradicional a través de una acción escénica, en la que el cuerpo del artista se transforma en la herramienta de expresión y comunicación por excelencia. Tras la reciente presentación del evento “5.5 Performance”, Jorge Zuzulich, curador de la muestra y docente del IUNA, explica los alcances de esta disciplina, su nacimiento, el ¨papel¨ del espectador y las posibilidades innovadoras que ofrece la interacción con las nuevas tecnologías. En la performance, el cuerpo del artista asume la creación redefiniendo todo espacio tradicional y actúa como un medio para desafiar la noción de representación.
Esta corriente permite siempre la reflexión acerca de nuevas formas de relación, cada vez menos previsibles, entre artista y espectador. Esta voluntad de desafiar y hacer estallar los límites desde la acción escénica le otorga a la performance un rasgo de inmediatez que la caracteriza y la inscribe como un arte del presente, del aquí y ahora, un arte de fuerza y vitalidad.“La performance nace en el campo de las artes visuales con el surgimiento del informalismo en la pintura, entre los años ’40 y ’50. Hasta el momento, la problemática del cuerpo sensible estaba excluida pero, a partir de este movimiento aparece, además de la materia pictórica, el gesto del artista. Algo similar sucede con la denominada escultura expandida, que rompe con el volumen y la especialización, creando obras que involucran al espectador” explica Jorge Zuzulich. En este sentido, el arte performático cuestiona la idea de la obra como un hecho cerrado y propone la reflexión en torno al cuerpo, tanto el del artista como el del espectador. Según Zuzulich, “ambos cuerpos, artista y público, con todos sus sentidos despiertos, componen sus fuerzas para generar un espaciamiento, esto es, delimitar un territorio para que algo suceda, para que algo se construya”.Mediante la necesidad de integrar la acción al arte, se redefine entonces la noción de “espacio” sumando, a la vez, el comportamiento del cuerpo en dicho espacio y su relación con el espectador, factores intrínsecos de la performance como nueva tendencia. Desde el advenimiento de la instalación, los cruces con otras prácticas son posibles: “Las instalaciones apelan a todos los sentidos del receptor de la obra, ya que incluyen texturas, sonidos y hasta aromas. Por otra parte, en los happenings el artista convoca a un público que es además autor para una participación activa con gran dosis de azar y de juego, de componente lúdico”, dice Zuzulich. Como arte de acción, la performance es un espacio en el que pueden converger distintas disciplinas artísticas en cruces que la fertilizan. La fotografía y el video se acoplan como nuevas posibilidades de generar obras, de registrar acciones realizadas para la cámara en una especie de “performance en solitario”. A principios de los años ’70, el video ya no es sólo registro, sino que adquiere autonomía y pasa a formar parte del acontecimiento performático. En el reciente evento “5.5 Performance”, organizado por el Grupo de Estudios de la Performance (GEP) del IUNA, estos cruces se reflejaron claramente: cada una de las performances presentadas tuvo como correlato un videoperformance. Zuzulich, quien tuvo a su cargo la curaduría de la muestra, señala: “Buscábamos producir tensión entre ambos soportes, performático y videográfico, partiendo del mismo concepto y marcando cercanías y distancias”. El evento, de carácter internacional, reunió trabajos de artistas que llegan al IUNA desde distintas ciudades del mundo para especializarse en Tendencias Contemporáneas de la Danza. Así como la fotografía y el video se incorporaron en su momento a la performance, las denominadas Nuevas Tecnologías proponen otros cruces a través de interfases y sensores que, adosados al cuerpo del performer, ponen en funcionamiento secuencias lumínicas, grabaciones o proyecciones y posibilitan nuevos modos de acción-interacción entre éste, su público y la obra.
Secretaría de Desarrollo y Vinculación Institucional
rectorado.difusion@iuna.edu.ar
Betina Bróccoli
Prensa y Difusión - Secretaría de Desarrollo y Vinculación Institucional
Instituto Universitario Nacional del Arte
Esta corriente permite siempre la reflexión acerca de nuevas formas de relación, cada vez menos previsibles, entre artista y espectador. Esta voluntad de desafiar y hacer estallar los límites desde la acción escénica le otorga a la performance un rasgo de inmediatez que la caracteriza y la inscribe como un arte del presente, del aquí y ahora, un arte de fuerza y vitalidad.“La performance nace en el campo de las artes visuales con el surgimiento del informalismo en la pintura, entre los años ’40 y ’50. Hasta el momento, la problemática del cuerpo sensible estaba excluida pero, a partir de este movimiento aparece, además de la materia pictórica, el gesto del artista. Algo similar sucede con la denominada escultura expandida, que rompe con el volumen y la especialización, creando obras que involucran al espectador” explica Jorge Zuzulich. En este sentido, el arte performático cuestiona la idea de la obra como un hecho cerrado y propone la reflexión en torno al cuerpo, tanto el del artista como el del espectador. Según Zuzulich, “ambos cuerpos, artista y público, con todos sus sentidos despiertos, componen sus fuerzas para generar un espaciamiento, esto es, delimitar un territorio para que algo suceda, para que algo se construya”.Mediante la necesidad de integrar la acción al arte, se redefine entonces la noción de “espacio” sumando, a la vez, el comportamiento del cuerpo en dicho espacio y su relación con el espectador, factores intrínsecos de la performance como nueva tendencia. Desde el advenimiento de la instalación, los cruces con otras prácticas son posibles: “Las instalaciones apelan a todos los sentidos del receptor de la obra, ya que incluyen texturas, sonidos y hasta aromas. Por otra parte, en los happenings el artista convoca a un público que es además autor para una participación activa con gran dosis de azar y de juego, de componente lúdico”, dice Zuzulich. Como arte de acción, la performance es un espacio en el que pueden converger distintas disciplinas artísticas en cruces que la fertilizan. La fotografía y el video se acoplan como nuevas posibilidades de generar obras, de registrar acciones realizadas para la cámara en una especie de “performance en solitario”. A principios de los años ’70, el video ya no es sólo registro, sino que adquiere autonomía y pasa a formar parte del acontecimiento performático. En el reciente evento “5.5 Performance”, organizado por el Grupo de Estudios de la Performance (GEP) del IUNA, estos cruces se reflejaron claramente: cada una de las performances presentadas tuvo como correlato un videoperformance. Zuzulich, quien tuvo a su cargo la curaduría de la muestra, señala: “Buscábamos producir tensión entre ambos soportes, performático y videográfico, partiendo del mismo concepto y marcando cercanías y distancias”. El evento, de carácter internacional, reunió trabajos de artistas que llegan al IUNA desde distintas ciudades del mundo para especializarse en Tendencias Contemporáneas de la Danza. Así como la fotografía y el video se incorporaron en su momento a la performance, las denominadas Nuevas Tecnologías proponen otros cruces a través de interfases y sensores que, adosados al cuerpo del performer, ponen en funcionamiento secuencias lumínicas, grabaciones o proyecciones y posibilitan nuevos modos de acción-interacción entre éste, su público y la obra.
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